domingo, 24 de julio de 2011

Invierno en el Goñi

Por Sergio Terrasa

Tango y frío,
experiencias inseparables.

Con carnet de Tango,
pintores de su aldea de hoy
entibian el garguero
amargueando militancia
en el corralón de sus sueños.

Un piano
amputado en varias batallas
se niega a morir
y resiste también él,
convertido en la fogata
que ilumina la asamblea
de los confabuladores de la multiplicación.

Algunos nacidos acá,
otros criados,
y otros,
inmigrantes recientes
de los nuevos que da el Tango:
no reniegan de su destino rioplatense
ni se atreven a llorar
de nostalgia por sus pagos.

Fabricantes de barcos
y orquestas insecticidas
reservan los museos
para venerar a sus ancestros
para aprender de los tangosaurios
para preservar nuestra historia
y para un mínimo ejercicio de la nostalgia.

Tango al sur de Rivadavia.
Tango al sur del Sur.
Tango de acá y del mundo
"but not for stupid tourists".

Tango anti-berretango
sin tintura ni peluquines,
con algunos achaques
pero entero y en marcha.

Tango con horizonte.

Tango sin estufas ni burletes.
Tango con filtraciones y goteras.
Tango que tirita pero no se queja.
Tango con pelotas.

Tango que se mueve
y se resiste a quedar congelado.

Homenaje para quienes fundaron y mantienen con gran esfuerzo 
a ambos Orlandos Goñis (el Teatro y la Escuela) 
desde la militancia del Centro para el Desarrollo del Tango y la Cultura Rioplatense, 
y para todos los que tratamos de aprender algo de ellos. 

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