Por Sergio Terrasa
No se asuste amigo...
Sólo quiero tenerlo al tanto, para que se cuide:
Andan sueltos unos “Clones de Roberto Grela” vestidos de negro que convierten a cualquier cantor de esquina en Zorzal o Calandria. Son la música de Tango encarnada en forma humana. Ellos dicen que se ganan la vida con eso, pero muchos suponemos que están aquí para ayudarnos a conservar esa magia que nos sigue emocionando a través de las generaciones.
Como no se sabe exactamente de donde provienen, circulan varias leyendas: Por ejemplo, algunos dicen que los Clones tienen en su cabeza un chip o un “pendrive” que contiene toda la música de Tango que ya existe y toda la que todavía no ha sido creada. Otros aseguran que sus cerebros y sus manos están conectados en red con Don Roberto, con el Negro Villa y con Carlos Peralta. Al igual que aquellos, estos Clones convierten todas las sílabas en notas, todos los acentos en ritmo y todas las historias en Tango. No se conocen palabras, frases o pausas, que hayan logrado escapar a su embrujo.
Como le vengo diciendo, ante su presencia nos convertimos en Ruiseñores; y alzamos un vuelo armónico flotando en los acordes de una suave brisa que nos acaricia y se acomoda perfectamente al batir de nuestras alas. El movimiento del aire -que adquiere una verdadera musicalidad y que está gobernado desde las sombras por los Clones- nos hace creer que el viento que sopla y mueve las copas de los árboles proviene de nuestras alas, y también nos convence de que las melodías que comienzan a inundar el ambiente se gestan en nuestras gargantas. Durante tres minutos logramos olvidarnos que somos simples marionetas de los Clones... Y para rematar la experiencia –y como si se tratara de un aviso comercial de una compañía de aeronavegación- los servicios de los Clones de Negro nos aseguran a un vuelo placentero, un trato cálido, un aterrizaje confortable y muchas ganas de volver a volar.
Hay días en los que el tránsito porteño adopta una cadencia rítmica y nos contagia con su musicalidad. Se trata de una clara señal de que los Clones de Negro andan cerca y haciendo de las suyas, convirtiendo bocinazos en acordes, sirenas en melodías y frenadas en acentuaciones.
Estos Clones son verdaderamente raros. Si lo llegan a encontrar a usted casualmente -por ejemplo por la calle o en la cola de un banco- después de saludarlo, le van a preguntar-¿En qué tono vamos a conversar esta tarde? Usted puede sentirse tentado a no revelarles la información… ¡Ni lo intente! Ya que aunque procure callar o engañarlos con alguna mentira, ellos solitos y sin necesidad de torturarlo, se las van a arreglar para descubrir la verdad.
Y para terminar, le doy un consejo. Si no le gusta la música en general y/o el Tango en particular, le recomiendo que los evite. Si los Clones de Negro suben al mismo colectivo en el que usted está sentado, hágase el dormido, o levante un diario para que no lo detecten. O si usted está caminando por la calle y se da cuenta que los Clones vienen hacia usted desde la otra esquina, levántese la solapa, incline la cabeza, cálese la gorra o el sombrero, si tiene a mano anteojos negros póngaselos, y cruce rápidamente de vereda, haciéndose el distraído y simulando que no los vio. Si ya los tiene demasiado cerca, como último recurso puede intentar fingir que está mirando una vidriera o la hora en su reloj, o que está mandando un mensaje de texto por el celular. Eso sí, tiene que quedarse callado, porque si los Clones detectan que usted posee una laringe que emite sonidos, no va a tener escapatoria…
Yo sé que le parezco exagerado... Igualmente, le recomiendo que preste atención a mis consejos, ya que -aunque deteste el Tango- los Clones son capaces de convertirlo en Zorzal o Calandria y de obligarlo a cantar durante toda la eternidad.
Dedicado a mis maestros de la viola Alberto Becerra, Leandro De Rosa, Pepe Gutiérrez, Matias Wettlin y Cucho Condolucci, y a todos los magníficos guitarristas con quienes tuve el honor de compartir algún tanguito:
Carlos Peralta, Nazareno Altamirano, Octavio Osuna, Alfredo Sadi, Gastón Ruiz, Octavio Miretti, Iván Marincovich, Fernando González,"Pajarito" Jaime, Mario Gauna, Mario Curra, Tony Gallo, el "Reti" Altamirano, Claudio Enrique, el "Zurdo" Junco, Mario Benítez, Julio Ortiz, Jorge de La Torre, Ernesto Villavicencio (h), el "Chamo", el "Cabezón" Barrera, Carlos Vaccaro, Juán Carlos Corso, Christian Capurelli, Gustavo Rodríguez, Gastón Vera, Tomás González, Juan Blanco y Juan Pérez Porta.
La imagen de la Guitarra pertenece a un cuadro pintado por mi amiga Roxana Carmuega.
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